Por Bruno Cortés
En la Cámara de Diputados, donde las pasiones políticas se calientan más rápido que el pavimento en pleno abril, el líder de Morena, Ricardo Monreal, salió al paso de un conflicto que se venía cocinando a fuego lento dentro de su propio partido. Resulta que un grupo de legisladores morenistas ya no está muy contento con Ariadna Montiel, la secretaria de Bienestar, y no solo lo hicieron saber… ¡sino que hasta pidieron que la destituyeran del cargo!
Ahora, si uno no está tan metido en el mundo político, puede sonar raro que diputados del mismo partido estén en contra de una funcionaria de su propio gobierno. Pero en el Congreso mexicano estas cosas no son tan extrañas como parecen. La política es más negociación que pleito frontal, y en este caso, parece que la molestia viene de cómo se están manejando los programas sociales —sí, esos que llegan directo a la gente y que suelen ser el corazón de la política de bienestar de Morena.
Monreal, con el colmillo largo y retorcido que le da su experiencia en San Lázaro, no se puso del lado de nadie de inmediato. Dijo que, efectivamente, algunos compañeros se quejaron, pero que él va a hablar personalmente con Montiel para resolverlo “como gente civilizada”, o como él mismo lo dijo, con tolerancia e institucionalidad. Nada de hacer olas antes de tiempo.
Eso sí, no dejó pasar la oportunidad de dejar claro que, desde su punto de vista, Ariadna Montiel es una funcionaria que merece respeto. “Profesional, razonable y humana”, la describió. No es poco decir en un ambiente donde los halagos escasean.
Y aunque los legisladores inconformes están en su derecho de exigir cuentas, Monreal aclaró que ninguno está pidiendo algo fuera de la ley. Aquí el reclamo no es por capricho, dice, sino por cómo se está dando la relación entre la Secretaría de Bienestar y los diputados, quienes, entre otras cosas, tienen que explicar a sus votantes cómo se reparten y supervisan los recursos públicos.
Monreal también fue claro en que no piensa llevar este pleito a la presidenta Claudia Sheinbaum. Según él, el asunto se puede resolver directamente con Montiel, sin escalarlo a Palacio Nacional. Una especie de “esto se arregla en casa”.
Al final, Monreal se ofreció como mediador. Dijo que va a hacer de “locutor de buena fe”, con la esperanza de que bajen las tensiones y se recupere una relación de respeto y colaboración. Porque si algo tienen claro en Morena, es que en tiempos políticos intensos, los pleitos internos pueden costar caro.