Sumergirse en agua helada cada mañana se ha convertido en una tendencia viral, promocionada por influencers y atletas como una cura milagrosa contra el estrés, la inflamación y las enfermedades. Sin embargo, un riguroso metaanálisis de la Universidad de Australia del Sur, publicado en PLOS One, revela que los llamados «baños polares» tienen efectos limitados y podrían incluso ser perjudiciales para la salud.
El estudio analizó 11 investigaciones internacionales sobre inmersiones en agua fría (entre 7°C y 15°C) y encontró que:
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El alivio del estrés es efímero: La reducción de cortisol dura solo 12 horas y no es significativa.
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No fortalece el sistema inmunitario: Aunque algunos reportaron menos ausencias laborales, no hubo mejora en marcadores inmunológicos.
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El sueño no mejora: Los datos fueron inconsistentes y solo aplicaban a hombres jóvenes.
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Aumenta la inflamación: El cuerpo reacciona al frío extremo como si sufriera una lesión muscular, lo que podría ser riesgoso para personas con condiciones crónicas.
¿Por qué sigue siendo popular?
El psicólogo deportivo Ben Singh, coautor del estudio, explica que el efecto placebo y la cultura del «no pain, no gain» (sin dolor, no hay ganancia) alimentan esta moda. Atletas como Wim Hof —famoso por sus retos en hielo— han viralizado la práctica, pero los beneficios documentados se limitan a deportistas de élite que usan el frío para recuperación muscular, no para la salud general.
Riesgos ocultos
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Shock térmico: Puede provocar arritmias en personas con problemas cardíacos.
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Hipotermia accidental: Especialmente en principiantes que exceden el tiempo de exposición.
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Estrés crónico: La inflamación recurrente debilita el sistema inmunitario a largo plazo.
Alternativas basadas en ciencia
Si buscas reducir el estrés o mejorar tu salud, los expertos recomiendan:
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Ejercicio moderado: 30 minutos diarios de caminata tienen más impacto que el agua helada.
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Meditación o respiración consciente: Efectivas para regular el cortisol.
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Exposición gradual al frío: Duchas tibias que terminan con 15 segundos de agua fría son más seguras.
Mientras las redes sociales glorifican los baños gélidos como una panacea, la ciencia advierte: los beneficios son marginales y los riesgos, reales. Como señala Singh, «el cuerpo humano no está diseñado para terapias de choque; la salud se construye con hábitos sostenibles, no con torturas voluntarias».