Por Juan Pablo Ojeda
El papa Francisco, tras un emotivo funeral celebrado en la Plaza de San Pedro, fue enterrado en la basílica de Santa María la Mayor en Roma, ante la presencia del cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell y familiares cercanos. Este acto solemne, ocurrido a las 13:00 horas locales, concluyó una media hora después, con un profundo respeto y recogimiento por parte de los asistentes, incluidos los cardenales que acompañaron el féretro durante el cortejo fúnebre por las calles de Roma.
La elección de la basílica de Santa María la Mayor, un lugar cargado de significado para el pontífice, no fue casual. Francisco era devoto de la Virgen ‘Salus Populi Romani’, cuya imagen se encuentra en la capilla principal de la basílica. La ceremonia, cargada de simbolismo, fue una última manifestación del vínculo profundo entre el Papa y la Virgen María.
La tumba del papa Francisco está ubicada en una zona cercana a la Capilla Paolina y la familia Sforza, en la parte más tranquila y humilde de la basílica. La lápida, de mármol de Liguria, región natal de sus antepasados italianos, será sencilla, reflejando la modestia que caracterizó su pontificado. En ella, figura su nombre papal, ‘Franciscus’, acompañado de una reproducción ampliada de su cruz pectoral en plata.
A partir del domingo, los fieles podrán rendir homenaje y visitar la tumba del papa Francisco, un lugar que seguramente se convertirá en un importante sitio de peregrinación para aquellos que lo admiraron y siguieron su mensaje de paz y humildad.
